Siguiendo con el Plan Institucional de Continuidad Educativa (PICE) y considerando que los procesos de vacunación avanzan en buena medida y sobre todo que, la tasa de ataque en estos grupos etarios de niños y jóvenes es mucho menor, varias Instituciones han presentado su proyecto para el retorno progresivo a sus aulas de clases.
La obvia prioridad es exagerar en los cuidados y protocolos de bioseguridad, los mismos que deberán ser monitoreados permanentemente y garantizar que los estudiantes se relacionen es espacios seguros que mantengan que esa decisión de volver a la presencialidad sea la adecuada, sin embargo esto no es lo único que debemos considerar para este retorno progresivo, porque además de la seguridad y salud en los estudiantes aparecen hoy otros enfoques como satisfacer sus necesidades de relacionamiento y de rendimiento en este nuevo modelo de aprendizaje y así atender al Modelo Barrett inspirado por la jerarquía piramidal de necesidades de Abraham Maslow, que tanto aporte a brindado para entender el comportamiento y motivación humana.
Con esta premisa entonces, se hace necesario trabajar en el aprendizaje social y emocional (SEL) que además de ser una parte integral de la educación y desarrollo humano, es el principal proceso a través del cual todos adquieren y aplican el conocimiento, habilidades y actitudes para desarrollar identidades saludables, manejar emociones y lograr metas personales y colectivas, además de sentir y mostrar empatía por los demás, establecer y mantener relaciones de apoyo y tomar decisiones afectuosas responsables.
Paralelamente también, se deberá trabajar en la creación de un modelo dinámico híbrido propio que considerando todas las falencias y errores anteriores ayude a pasar de la educación virtual remota a un modelo centrado en el alumno de educación personalizada que nivele el lamentable retraso educativo provocado por la pandemia, para lo cual es necesario considerar:
1. Las nuevas competencias y pedagogías que el docente necesita para adaptarse con agilidad a estos nuevos entornos disruptivos.
2. Las plataformas y contenidos actualizados que las habilidades del Siglo XXI requerirán de los estudiantes.
3. El equipamiento y conectividad adecuados para un mejor desarrollo.
4. El seguimiento a los estudiantes sobre su rendimiento anterior, actual y futuro.
El camino no parece ser el más fácil, sin embargo será el mayor desafío que los gobiernos, las instituciones educativas y los docentes tendrán que enfrentar para demostrar al mundo que la educación es la mejor herramienta para el desarrollo y superación personal y colectiva del que necesitarán el involucramiento y compromiso de toda la comunidad educativo y ecosistema.
¡ Caminemos juntos por la educación !
